¿ Como saber si tu hijo tiene una buena autoestima y desarrollo emocional?.
AUTOESTIMA: QUÉ ES Y COMO SE VALORA
El tema de la autoestima, es algo que hoy por hoy preocupa mucho y cada vez se habla más de ello, ¿Tengo buena autoestima? ¿Cómo consigo una autoestima adecuada?
Y para los padres es un tema importante en la actualidad: ¿lo que hago afectará a su autoestima? ¿Cómo hago para que se quiera a sí mismo?
Para comenzar responderemos a la pregunta de ¿En qué consiste la Autoestima?. Primer paso para avanzar en conocer los secretos para aumentar la autoestima en nuestros hijos.
La Autoestima se puede definir como todas aquellas emociones, pensamientos, sensaciones que evalúan nuestra forma de ser de modo positivo y negativo. El conjunto de todo ello, define las percepciones y el concepto que tenemos de nosotros mismos y sobre todo cómo nos valoramos. Abarca todos los aspectos de la vida, pasando desde la apariencia física hasta la valía o las competencias e incluyendo cómo nos valoramos en las relaciones, en el trabajo, como padres,
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¿COMO PODEMOS VALORAR SI NUESTRA AUTOESTIMA ES ADECUADA?
La autoestima no es algo único que se analiza en rangos de todo o nada, sino que depende del ámbito de nuestra vida en que nos focalicemos será mejor o peor. Si bien hay personas que se sienten mal consigo mismos en casi todos los ámbitos o en todos, en la mayoría de las personas hay aspectos de su vida en las que se sienten bien consigo mismos y otras en las que no. Por ejemplo pueden sentir que están bien y son buenos en el trabajo, pero no en las relaciones de pareja. Por ello, decimos que la autoestima es un concepto variable, dependiendo a qué área de nuestras vidas nos referimos.
Otro punto que queremos resaltar es qué es tener una buena autoestima, hablamos más bien de una autoestima adecuada, ya que es muy malo tenerla baja, como le puede pasar a personas con ansiedad, depresión, trastornos de personalidad, etc., como tenerla muy elevada como las personalidades narcisistas, megalómanas. Tener una autoestima adecuada es que tengamos una visión de nosotros mismos ajustada a la realidad, de nuestras potencialidades y debilidades, aceptándonos y queriéndonos tal como somos tanto física como psicológicamente.
La autoestima se construye y se modifica en toda nuestra vida, desde que somos pensados, deseados y concebidos por nuestros padres. En este desarrollo, vamos a dar a conocer secretos para aumentar la autoestima en los hijos. Estos factores que pueden ser determinantes para una buena o mala autoestima en la infancia son:
1. El deseo que tienen los padres sobre el hijo que vendrá y tendrán, entendiendo al deseo como lugar que ocupa en las fantasías, anhelos, necesidades conscientes e inconscientes de los padres. Cada miembro de la pareja puede tener con respecto a un hijo diferentes expectativas, que pueden ser más o menos rígidas: “quiero que sea un gran deportista” o flexibles “me gustaría que sea deportista, pero si no quiere que sea lo que quiera”, “que haga lo que le hace más feliz”. Según cómo sean estos deseos y su grado de rigidez determinará en gran medida el lugar que ocupará el niño en la familia y le diferenciará de sus hermanos o hermanas. Cada hijo es deseado de diferente manera y se esperan de él las cosas más diversas. Por ejemplo, si quiero que mi hijo no pase las necesidades por las que pasé yo en mi infancia, es probable que esté sobreprotegido, difícilmente se le diga no. O si “quiero que mi hijo sea siempre el mejor y llegue más lejos que yo”, la tendencia puede ser de exigirle siempre más y de mostrarle insatisfacción por si no es el mejor.
Por ello, las expectativas con la que se espere al niño y lo rígidas que sean, marcarán en parte como se construya la autoestima.
2. Las relaciones de Apego y el vínculo afectivo seguro, que tiene que ver con la seguridad que nos brindan los adultos referentes. El apego es el vínculo que desarrolla el niño con sus progenitores o cuidadores y que le proporciona la seguridad indispensable para un buen desarrollo de la personalidad y de la autoestima. La tesis fundamental de la teoría del apego es que el estilo de apego que desarrollen los cuidadores con el niño, que puede ser seguro, ansioso-temeroso, evitativo o desorganizado- determinará el desarrollo posterior de la personalidad del niño, marcará su forma de pensar y sentir el mundo que le rodea y cómo se piensa y valora a sí mismo. También determinará su forma de relacionarse con los demás. El apego seguro proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente.
3. Los aportes de las experiencias positivas y como queden interpretadas en la persona, con ello nos referimos al conjunto de pensamientos, emociones y sensaciones que están asociados al evento, es decir, el valor que le den los padres a ese momento será como lo vea el niño, por ejemplo si un niño comunica a su padre que tiene en matemáticas un 9, según la respuesta que se le dé quedará grabado e interpretado. Es diferente decir: “Muy bien, te felicito, estoy orgulloso de ti”, que si decimos “Es lo que tienes que hacer, tu obligación. Yo tengo que trabajar, tú tienes que estudiar” o decir “¿Por qué no un 10? creo que tienes que esforzarte más, espero más de ti, mira tu compañero Jorge se sacó un 10”. Cada una de estas valoraciones que hacemos los adultos del incidente, incidirá en cómo vaya aprendiendo a valorarse a sí mismo ese niño.
En este sentido, los sucesos positivos, como los negativos, no podemos sobrevalorarlos ni menospreciarlos, ya que es importante aprender a regular las emociones positivas –como las negativas. De los logros alcanzados y de los buenos momentos vividos, vamos desarrollando nuestra capacidad de disfrutar, de valorarnos, de poder sentirnos bien, de motivarnos.
4. La elaboración y procesamiento de las experiencias difíciles y/o negativas y como queden valoradas e interpretadas en la persona. Es decir qué pensamientos, emociones y sensaciones que están asociados al evento. Por ejemplo si recuerda ahora mismo un evento negativo le vendrán también emociones y pensamientos “Uf que torpe fui” “Soy Malo”, “Qué pena me da”, etc.
Este punto es muy importante, ya que a través de estos momentos difíciles ayudamos a nuestros hijos a regular las emociones negativas: la pena, la frustración, el enfado, la agresividad, etc. Muchas veces ante eventos negativos se suele decir “hay que pasar página”, “no pienses en ello”. Pero para pasar página, hay que dejar primero bien escrita la página anterior, por lo que si es necesario detenerse y pensar en ello, pero no para quedarse allí lamentándose, sino para elaborarlo y aprender de lo negativo, sólo así pasaremos página. Como solemos indicar los Psicólogos de Madrid Cepsim, las personas que alcanzan sus objetivos, son los que han aprendido a aceptar y elaborar los errores y la caída, ya que son parte del proceso. El problema no es caerse, ya que eso pasará, sino que aprendamos a levantarnos y seguir.
5. De acuerdo a cómo se desarrollen los puntos anteriores iremos construyendo una autoimagen de nosotros mismos, que se irá consolidando o modificando a partir de las nuevas experiencias, esto permitirá una justa medida de lo que somos y de que nos aceptemos con nuestro puntos fuertes y nuestras debilidades, de lo que nos hace bien o mal y de lo que queremos o no. Por ello, hablaremos aquí, como dijimos antes, de una autoestima adecuada -ni sobrevaloración, ni subvaloración, ambas son negativas- en vez de positiva.
La autoestima saludable no se construye diciéndole a nuestros hijos permanentemente que son los mejores, los más guapos o únicos, o sólo valorando lo positivo, con ello, podemos construirnos una imagen de ellos no ajustada a la realidad –sobrevalorada-.
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CÓMO DETECTAR SI MI HIJO TIENE PROBLEMAS DE AUTOESTIMA
No nos detendremos en este artículo sobre las dificultades en generar una autoestima adecuada, sino cómo detectar si nuestros hijos pueden tener problemas de autoestima y en qué debemos hacer hincapié para mejorarlo y aplicar adecuadamente estos secretos para aumentar la autoestima en los hijos.
Como toda personalidad, se comienza a construir desde el momento de nacer, venimos con una carga biológica y genética que se irá moldeando a partir de cómo se desarrollen las experiencias que iremos viviendo. Comenzando con cómo se expresa el deseo de los padres y en como gestionen estos, las diferencias entre este deseo y el hijo real que tienen. La realidad, generalmente, nunca cubre el deseo ni las expectativas. Por ello, los padres deben ajustarlo y realizar la primera aceptación muy importante, querer a su hijo como es. Si esto no se produce, muchas veces hará que este niño busque en gran parte o en toda su vida, cumplir con este deseo inalcanzable, frustrándose y afectando su visión de si mismo.
Por ello, una máxima importante para desarrollar una adecuada autoestima en los niños sería: “si queremos que nuestros hijos se acepten como son, deben los padres aceptarles primero y amarles tal cual son”.
Luego desde el nacimiento se comienza a desarrollar el apego y los vínculos afectivos que moldearán en gran medida la forma de pensar, sentir y actuar del futuro adulto.
Desde pequeños los niños empiezan a formarse un concepto de cómo les ven los demás, sus padres, sus profesores, sus compañeros, sus amigos, etc.
Cuando un niño tiene buena autoestima, se sabe valioso y competente a pesar de sus límites, es responsable, no le importa pedir ayuda, se comunica bien y es capaz de relacionarse adecuadamente con otros, de aceptarse y aceptar a los demás.
Un niño con baja autoestima no confía en sí mismo y por lo tanto tampoco en los demás.
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SEÑALES PARA DETECTAR SI UN NIÑO TIENE BAJA AUTOESTIMA
Si bien, las señales pueden ser muchas, podemos agruparlas en áreas: emocional, pensamiento, acción e interacción.
Área emocional
-Suele ser tímido y pesimista.
-Puede mostrar agresividad y/o timidez excesiva.
-Sentimiento elevado de frustración y de inadecuación.
-Rigidez emocional y poco control de los mismos.
-En la adolescencia puede presentar también una imagen sobrevalorada de sí mismo (narcisismo) que camufla la poca valía que siente.
-Pueden sentir miedo de hacer cosas nuevas.
Área pensamiento
-Puede ser hipercrítico con los demás y consigo mismo. Se decepcionan fácilmente de ellos mismos.
-Poco desarrollo de la capacidad creativa.
-Poca flexibilidad de pensamiento.
-No confía en sí mismo. No confía en su propia capacidad para influir sobre eventos.
-Ven los problemas y los contratiempos como situaciones intolerables.
-Pensamiento dubitativo.
Área conductual y relacional
-En ocasiones desarrolla conductas agresivas, de riesgo y desafiantes. Esto provoca rechazo en los demás y hace que su autovaloración sea más negativa.
-Se frustra con mucha facilidad cuando no consigue hacer algo.
-Rehúye a intentar actividades intelectuales, deportivas o sociales, por miedo al fracaso.
-Con facilidad miente, engaña o echa la culpa a los otros o por el contrario se hecha la culpa de todo.
-Tiene conductas regresivas (hacerse el pequeño).
-Por la baja tolerancia a la frustración, suelen rendirse fácilmente o esperan que otro haga las cosas por ellos
-Puede desconfiar en los demás o por el contrario depender del pensamiento de los otros.
-Pueden ser sumisos y condescendientes.
¿QUÉ PUEDEN HACER LOS PADRES PARA FOMENTAR LA AUTOESTIMA EN EL NIÑO?
Partimos de la base de que es importante desarrollar una autoestima adecuada, ni baja ni muy alta, sino una autoestima acorde a lo que somos.
Como ya hemos indicado, la autoestima se verá afectada por las expectativas que tengan los padres de sus hijos, por las consideraciones y las críticas que le hagan los adultos, porque la opinión que los adultos tengan del niño influenciará en la percepción que se vayan formando de sí mismos. En este sentido podemos decir “Nos miramos como hemos sido mirados”.
Puede suceder que a veces los niños puedan presentar síntomas o problemas de baja autoestima. Los padres no deben desesperarse, sólo deben prestar atención, desarrollar estrategias para que los superen y si no pueden y/o es difícil, que no se dude en consultar a un psicólogo.
Algunas de estas estrategias son:
Acepta a tu hijo como es. Todos los seres humanos tienen virtudes y defectos, tu hijo también. En este sentido no pidas que sean perfectos. Para toda persona es importante ser aceptado como es. Esto brinda seguridad y fortaleza para cambiar lo que sí se puede cambiar de uno mismo.
Ser como adulto un modelo positivo y cercano. Si se acepta también usted tal como es y no es tan exigente consigo mismo o si es pesimista o poco realista sobre sus capacidades y limitaciones, su hijo puede terminar siendo el reflejo de usted. Cuidar la propia valoración de sí mismo es el mejor modelo que tendrá su hijo para seguir.
Dar amor incondicional. Este amor sin condiciones se produce con lo anteriormente dicho, aceptándole con sus fortalezas y debilidades. En este sentido es importante indicar que cuando te enfades con él por algo que ha hecho, enfádate con lo que hizo, con su comportamiento y no con él como persona, siempre tiene que ser claro que lo inaceptable es la conducta no él. No le digas “eres un niño malo” “así no te quiero”, sino “lo que has hecho es malo” “no me gusta eso que haces”. Podemos estar enfadados con el niño, pero eso no implica que en ese momento le dejamos de querer, es más, el mensaje debería ser, “porque te quiero y quiero que seas feliz, hay cosas que no puedo permitir que hagas”. Si queremos cambiar una conducta o una forma de pensar, los mensajes van hacia esa conducta o forma de pensar no hacia el niño.
También demuestre ese amor que es importante para estimular la autoestima de su hijo. Dígale todo lo que lo quiere y lo orgulloso que está de él. Elógielo con frecuencia pero de manera honesta, sin exageraciones ya que los niños perciben cuando se es sincero y se dice desde el corazón.
Validar lo que siente. Cuantas veces, nos hemos sentido incomprendidos como adultos cuando alguien nos ve mal y nos dice “no te sientas así, ponte bien”, “no le des importancia, ya pasará”, “olvídate de eso”, como si fuera fácil, como si pudiéramos borrar el malestar con un chasquido de los dedos. Imagínate lo que eso puede repercutir en nuestros hijos. Para aprender a manejar las emociones y resolverlas, tenemos que aceptar que existen y están para algo. Hay situaciones que ponen triste y está bien sentirse triste, hay situaciones que enfada y está bien estar enfado, porque esas emociones bien gestionadas nos ayudarán y nos orientarán a superar el malestar. Valida las emociones de tu hijo, que no pasa nada por sentirlas, ayúdale a que reflexione contigo, por qué se siente así y que puede hacer para superarlas, ayúdale a tolerarlas, ya que a veces necesitamos tiempo (un duelo, una pérdida no se soluciona de un día para otro) así tu hijo no tendrá miedo de esas emociones. Al validarle lo que sientes, también le ayudamos a desarrollar la empatía, ya que nosotros en ese momento empatizamos con él: “comprendo que te haga sentir mal”.
Evita etiquetar a tu hijo. Las etiquetas negativas se vuelven creencias limitadoras perdurables en el niño cuando se hace adulto. Estas etiquetas se pueden trasmitir de muchas maneras, seriamente, como broma o burla, desde el cariño, pero todas ellas producen malestar. Por ejemplo le puedo decir enfadado al romper algo: “¡¡¡¡¡eres un torpe!!!!!”. O decirle como broma reiterada “manos de mantequilla” o también: “deja cariño, lo hago yo porque tu rompes todo”. Sea como sea el tono del mensaje, al niño le quedará soy torpe, no sirvo y se impondrá como una creencia que le limitará e su vida. Los niños están aprendiendo, si de entrada les encasillamos, se quedarán allí, como el agresivo, el torpe, el inútil, etc.
FORTALECER LA AUTOESTIMA DE TU HIJO
Una pequeña advertencia. Las etiquetas que sobrevaloran y no se ajustan a la realidad tampoco son positivas: “eres el mejor del mundo” “nadie puede contigo”, etc.
Elogiar a sus hijos. Esta consigna va en relación a lo anterior Concéntrate en las cosas positivas que hace tu hijo y remárcaselas, siempre sin sobrevalorar. Si le remarcas las cosas positivas, tú hijo tendrá la sensación de haber logrado algo y su autoestima se fortalecerá. Además sabrá por qué.
Tampoco lo compares cuando hace algo mal, como: “tu hermano es mejor” “tu primo saca mejores notas”. Es probable que se sienta avergonzado, no querido, envidie al otro. Esto es lo mismo para las comparaciones positivas: “Tú eres el mejor jugador”, coloca al niño e un nivel de exigencia permanente difícil de alcanzar.
Escúchale y bríndale un espacio de intimidad para que pueda hablarte y tú puedas responder. Prestar atención no es escucharle mientras veo la televisión o estamos en otra cosa, es mirarle, comprenderle, validarle. También reconozcámosle cuando no sabemos algo.
En este sentido Tratar a tus hijos con respeto, pidiéndole que él te respete a ti. Hay que escucharle, pero no siempre cuando él quiera, hay momentos.
También reconózcale su esfuerzo y tenga en cuenta cómo le transmite las cosas, por ejemplo, si su hijo no ha jugado el partido de futbol y ha sido suplente diciéndole: "Bueno, la próxima vez trabajarás más y lo conseguirás", puede hacer que el niño lo entienda como “no trabajo lo suficiente”, “mi padre no está contento”, etc. En cambio se puede decir algo similar pero que tiene otro significado: "Bueno, esta vez no entraste en el equipo, pero estoy orgulloso del esfuerzo que haces, si sigues así puedes conseguirlo".
No olvidarse: Validar el esfuerzo y luego marcarles que para conseguirlo hay que persistir, aceptando los malos momentos y las frustraciones. En este sentido aliéntalo, ya que necesita tu apoyo. Dile que crees en él y que lo animas a seguir adelante. Hay que alentarle y apoyarle en el camino y no sólo valorar el logro alcanzado.
Estimúlale para que tome sus propias decisiones y pueda resolver sus problemas, aunque se equivoque, ya que para aprender a manejar las desilusiones y frustraciones, primero hay que vivirlas. Por ello, deja que cometa errores. Porque es algo que no puedes evitar y él tiene que aprender a superarlo.
También reconoce tus propios errores, recuerda que eres su modelo. Para alcanzar nuestros éxitos, tendremos en el camino tropiezos, tomaremos malas decisiones, pero si aprendemos a sobreponernos, podremos seguir avanzando. En este sentido, también permite los riesgos saludables, animándole a experimentar y explorar cosas nuevas, aunque se equivoque, si no lo hace no se puede tener éxito.
Ve dejando que asuma responsabilidades acorde a su edad –no pidas más de lo que puede-. Darle responsabilidades alcanzables les ayuda a crecer y madurar, se sienten capaces y sienten que confían en él.
Fomenta la cooperación y la participación. Esto favorece la autoestima y la confianza en los demás, además de aprender a trabajar en equipo.
Establece límites acorde a su edad. Los límites tienen que ser claros y concisos y se deben respetar, aunque hay que ser flexibles, el límite debe mantenerse, por ejemplo si decimos que a una determinada hora se acuesta, hacerlo un día sí y otro no, no es lo adecuado.
Fomente los intereses y habilidades de sus hijos. No exijamos a nuestros hijos que les guste lo mismo que a nosotros o que se sumen a nuestros intereses, enséñale a saber que les gusta y a que lo desarrollen.
Acepta tus propios errores y discúlpate, lo importante para un niño, no es que su padre no se equivoque, sino que pueda rectificar, disculparse y reparar. Los hijos no quieren padres perfectos, quieren padres que les amen.
Por último, destacaremos un punto importante que engloba muchas características anteriores, crea un
ambiente de seguridad y amor para que se desarrolle, donde no se tolere la violencia y se fomenten los buenos tratos, el respeto y la empatía.
Estas indicaciones no son un recetario, son propuestas para ir incorporando, educar es una tarea difícil y larga, por ello, revisemos nuestra propia autoestima e incorporemos estas indicaciones a nuestras vidas.
Y si ves que te cuesta y que ves que tu hijo necesita ayuda, no dudes en recurrir a un profesional, con un poco de ayuda, los niños pueden desarrollar una vida plena.
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