pub-6767527115832679 ¿por qué somos violentos?

¿por qué somos violentos?

La agresión y la violencia constituyen problemáticas centrales en la actualidad, lamentablemente plasmadas en hechos entre personas particulares pero también en colectivos sociales (atentados, guerras), y amplificados por el repiqueteo de la TV y las redes sociales. Por supuesto que son temas abordados por la sociología, la historia, la religión y la filosofía. Ahora bien, ¿qué pueden aportar las neurociencias? ¿Cuáles son las bases cerebrales de estos comportamientos? ¿Cuánto influyen los factores ambientales? ¿Cuál es la relación con la enfermedad mental? ¿De qué manera es posible intervenir para que esto no suceda?

Si bien no existen respuestas definitivas para todas estas preguntas, sí sabemos que las conductas agresivas y violentas no tienen una única causa: responden a un conjunto de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales que interactúan de manera compleja. Por lo tanto, para comprenderlas debemos considerar diferentes niveles de análisis. De eso se trata esta nota.

La agresión es el acto intencional de dañar física o mentalmente a otra persona. A partir de las causas, sus manifestaciones y las bases cerebrales involucradas, los especialistas distinguen:

La agresión reactiva:  conductas impulsivas que nacen como respuesta a una amenaza inminente o a un sentimiento de frustración de las propias metas, y parecen estar asociadas a una falta de autocontrol sobre ciertas respuestas emocionales negativas como la ira o el miedo.

La agresión instrumental: incluye comportamientos premeditados orientados a un objetivo explícito.

Cuando una amenaza es inminente, la agresión no premeditada puede ser considerada defensiva y, por lo tanto, parte del repertorio normal de la conducta humana. Esta se convierte en patológica cuando las respuestas agresivas son exageradas en relación con la provocación.

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